Pero qué título es este para una post? Cierto, tenéis razón. Es una idea de pelota que intentaré justificar.
Todo ha venido con la noticia de la expulsión de Karmele Marchante de la pugna por hacerse con la representación de España en Eurovisión de este año. Como supongo ya imaginaréis, el tema de eurovisión es algo que me da absolutamente lo mismo como a la mayoría de los españoles. Quien nos represente en dicho concurso/festival me da lo mismo. El objeto de este post son las reglas para elegir a “nuestro” representante.
Diría que no hay nada más democrático que Internet. Acudir a Internet para elegir a nuestro representante en Eurovisión es declaración formal de aceptación de lo que los internautas digan y voten finalmente. Es una de las reglas más democráticas que puedan haber: el sufragio universal.
Lo sorprendente de este asunto es el hecho de que no es la primera vez que aplican esta forma de votación para el mismo concepto. Recordemos todos a Rodolfo Chiquilicuatre (perdón si no lo escribo bien). Y es que España es un país de cachondos. Y eso no se puede negar. Eurovisión nos importa una mierda pero votar para que nos represente un personaje peculiar, en eso no nos gana ningún país. Y van los de RTVE (estamento público, quiero recordar) y, tropezando sobre la misma piedra, vuelven a promover una votación sobre Internet. ¿De verdad que soy el único que sabía perfectamente que los internautas iban a votar al personaje más peculiar (incluso con cierto grado de “payasismo”) para que volvamos a hacer el ridículo? Joder, lo hubiera firmado con sangre!
Lo molesto de todo esto, como persona sensata que me considero (no podía ser de otra forma ¿no?), es que ahora RTVE oliéndose que va a ocurrir lo mismo, se saca de la manga una normativa ambigua que ha servido para descalificar a “esos”, los peculiares. Eso sí, los que tenían más votos. Nadie ha oído hablar de los peculiares sin votos. A esos no los han echado. ¿Y eso?
Sé que debo salvar muchas diferencias, pero en este mundo lleno de demócratas, este hecho me ha recordado algo que pasó hace muchos años en la política Austriaca. Hace más de 10 años, un partido ultra-derechista consiguió alzarse con el segundo puesto como partido más votado. De hecho, el gobierno austríaco se formó en coalición con éstos. En aquel momento toda Europa se echó sobre Austria para conseguir “desmontar” aquella “espantosa” coalición. Resulta que no les gustaba el resultado de las elecciones, es decir, lo que el pueblo había votado de pleno derecho.
Como he dicho, salvando las diferencias, el caso de Karmele Marchante es algo muy parecido aunque sea en otro ámbito. Se establecen una reglas democráticas (o al menos eso dan a entender) pero al final se rompen a gusto del “propietario” porque supongo que no les acaba gustando el resultado que parece que se va a obtener.
Disculpen, solo un comentario, eso es un comportamiento que se aleja mucho de la Democracia. Más bien se acerca a actitudes más…… acabad vosotros mismos la frase.
A mí me podéis elegir si queréis 😉